No somos extrañxs, no somos ajenxs, incluso si es la primera vez que nos vemos las caras. Esta es la energía que primó en la Jornada “Compartiendo caminos de Fe”, celebrada del 17 al 19 de agosto en Matanzas junto a La Iglesia de la Comunidad de Metropolitana de Cuba (ICM).
Para muchas personas se trató de la alegría del reencuentro con otras a quienes se ve una o dos veces al año. Para otres fue la excusa perfecta para que, en un espacio físico, coincidamos desde la diversidad y el profundo deseo de convivir en el respeto y el amor.
Practicantes de la santería, espiritismo, cristianismo, budismo, seguidorxs del agnosticismo, juntes como una gran familia en la armonía que es natural en el universo, y aprendiendo a respetar otras maneras de vivir la religión y la fe.
Y como la ignorancia es causa del sufrimiento, esta fue también una jornada para hacer muchas preguntas, y ofrecer muchas respuestas sobre las distintas maneras de experimentar la espiritualidad.
Desde la diversidad, la inclusión
Comenzamos la Jornada con una gran ceremonia en la que cada quien compartió su manera peculiar de abrazar la diversidad que vivimos desde nuestra identidad sexual y/o de género, pero también religiosa.



Este acercamiento ritual a los fundamentos de las distintas espiritualidades comenzó con un la recitación por el Dojo de Matanzas de un sutra* budista para la protección contra calamidades. Una suerte de manto de luz que protegiese a los presentes, y abriera el camino a la paz en medio de las fuertes emociones que se avecinaban.
Luego pudimos entrar en comunión desde la fe cristiana. Tomamos el cuerpo y la sangre de Cristo a la manera tradicional, acompañados por inspiradoras canciones de la liturgia cristiana. En este servicio, las pastoras de ICM convidaron a budistas y santerxs a ofrecer el pan y el vino, recordando la entrega y las enseñanzas de Jesús.
La ceremonia culminó en un ritual con ofrendas a la Pachamama conducido por la santera Argelia Fellove. Allí, de pie, pedimos a la Madre Tierra que con nuestros ofrecimientos tomara también aquello que nos causa sufrimiento y hace nacer la tempestad en nuestros corazones. Así como hicimos la promesa de proteger a los animales, los bosques, y a las personas que nos necesiten.
Formando un círculo en el centro del templo tomamos los alimentos con nuestras manos para, de alguna forma, devolver a la tierra lo que de ella hemos recibido, después de emplearlos en una especie de limpieza energética.**
Ventanas al corazón
Parece un juego, pero es el asunto más serio del mundo sentarse con alguien que no conocemos y desnudar la propia vida. Todes estuvimos sobre ascuas cuando iniciamos este ejercicio para conocer, desde la propia experiencia personal, el camino religioso y espiritual que ha transitado cada quien.






Mezclades, con el espíritu un poco imbuido de la herencia familiar y un mucho de lo que va pidiendo el corazón, les participantes nos sentamos en parejas elegidas al azar, y al amparo de la curiosidad. La idea era muy sencilla. Dos seres humanos compartiendo su vida, experimentando ser escuchades durante un tiempo predeterminado, y luego siendo testigos de la historia que la otra persona necesita compartir.
Al final, hicimos un pequeño resumen y descubrimos que la mayoría intercambiamos también sobre temas que nos tocan desde nuestra intimidad. Situaciones traumáticas, o en las que fuimos discriminades por aquello en lo que creemos, o la manera en que nos vestimos o expresamos nuestra orientación sexual e identidad de género, cuando no se corresponden con las normativas sociales hegemónicas.

Los puentes construidos a través de estos pequeños intercambios rompen el hielo que los fundamentalismos religiosos insisten en mantener. Nos quieren distantes, pero paso a paso vamos descubriendo la posibilidad de una sola divinidad, cuyas manifestaciones son múltiples.
Un mucho de amor, y un mucho más de cuir
La alegría es también expresión de lo divino, característica de un espíritu que está a gusto consigo, y en disposición de recibir a otre. Por eso, terminar la noche del segundo día con un fiestón cuir resultó una idea genial.
Sin embargo, no se trató de una fiesta cualquiera. Fue una ocasión para celebrarnos, y recordar a quienes aún sobreviven en espacios religiosos que condenan a las personas LGBTIA+, que nuestras vidas son divinas, y que juntes podemos descubrir la totalidad de su belleza.




Alberto el salsero, Salomé, Maya Queen, Rey el Niño, transformistas que nos deleitaron con sus interpretaciones y recibieron a cambio piropos, y muchísimos aplausos.
Renacer del agua: la comunión con lo diverso
Y el sábado hubo bautizos. Nuevos miembros de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana que decidieron no sólo sumarse a la gran familia, sino también renovar su compromiso con la justicia y el amor. Desde las distintas espiritualidades todes participaron en esta gran fiesta. Les santerxs pidieron a Yemayá, madre de las aguas, les cristianes bendijeron el agua que habría de bañarnos, y les budistas recitaron el verso del arrepentimiento que precede a la toma de preceptos según su fe.





Juntes en las aguas de Varadero, ante el asombro de algunos que pasaban, pudimos descubrir el gozo de convertirnos en una gran familia en la que cada quien encuentra su sitio, libre de la violencia espiritual y sobreponiéndonos a los fundamentalismos religiosos.
Entre las olas, en esta isla rodeada de mar, descubrimos que la fe verdadera nace siempre del amor.
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* sho sai myo kishijo dharani
** dar de comer a la tierra, o hacer ofrendas a Ile Oguere






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